miércoles, 13 de agosto de 2014

¡A casa!... ¡a casa!

Millones de personas, de todas las edades y culturas, lloraron con la peli E.T. cuando 
el abandonado extraterrestre murmuró: "a casa, Eliot, a casa".

Esa escena nos tocó porque somos infantes divinos en el exilio.

No importa qué tan bien vayan nuestras cosas, siempre terminamos preguntándonos:

¿Es ésto todo?

Bien lo dijo San Agustín: Nuestro corazones sólo descansarán al hallar Tu Casa.
-Del libro Nuestro Niño Interior




Esa Casa... ese Cobijo... esa manera de comprender
 y accionar con nuestros niños...

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