martes, 9 de enero de 2018

Yuyos

La gran alegría de la vida es sentirse direccionado por una finalidad reconocida por uno mismo como poderosa y amorosa.
Del libro "Aunque tenga miedo hágalo igual", de Susan Sheffers

Verifico que no importa qué camino haya encontrado para
hacer más saludable y gozosa mi vida, mi cuerpo,
mis vínculos.
Sé esto: ese camino, para que siga existiendo,
me pide que lo "alimente", que lo atienda.
Si no lo hago, si me "olvido", al igual que pasa con un jardín,
se me llena de "yuyos".


Linterna interna (continuación)

Me gusta llamar “linterna interna” a la capacidad-testigo de la mente. Nombres… nombres… nombres… ¿y el verbo? Qué te parece “monitorear”: observar sin juzgar ni interferir.

En su magnífico libro Mujeres que corren con los lobos, Clarissa Pinkola Estés menciona una manera a implementar por los padres para que sus hijos lleven vidas más sanas y plenas: monitoreando con preguntas, por ejemplo: ¿Cómo estás?, ¿Qué piensas tú?, ¿Qué decides hacer?

La atención, que es el recurso de la linterna interna, puede ir hacia afuera (nuestros asuntos) o hacia adentro (nuestro interior), y como de alguna manera la atención es “luz”, además de direcciones diferentes puede tener concentraciones variables. Cuando va hacia adentro y con una buena concentración, habilita la autopercepción: el presente de nuestras sensaciones; cuando va hacia fuera y con una buena concentración, habilita estar genuinamente en lo que está sucediendo. No tenemos una perilla para intensificar nuestra atención: lo hacemos con la intención. El foco se sostiene sólo unos segundos y luego se dispersa, ésto es natural; aunque puede ser creado una y otra vez, siempre con la intención.

Monitorear es el verbo, el uso de la linterna interna, una “gimnasia” con la atención + intención para estar en el ahora.

Me encanta monitorear al vincularme porque cancela el juicio negativo y la interferencia… me encantan los resultados: permanezco discriminada, desapegada, y no adherida o “adicta”; el otro puede hacerse cargo de lo suyo y yo de lo mío: somos dos columnas que pueden sostenerse a sí mismas y al mismo tiempo sostener un techo.
Creo que monitorear es el dinámico recurso esencial del amor como arte.

Nota: En el capítulo “La práctica del amor” del libro El Arte de Amar, hay una estrategia para el entrenamiento de la atención. Erich Fromm considera la concentración uno de los cuatro pilares del arte de amar, al igual que para la expresión de cualquier otro arte. Los otros tres son: el conocimiento (nueva información), la práctica de lo nuevo con disciplina flexible, y la paciencia hasta obtener resultados.
Creo que, lo haya sabido o no, Fromm se basó en la Ley-Verbo Fingir hasta lograrlo.


De mi diario. Mayo del 94

Sólo esto

Sólo quédate aquí,
aquí justo,
con tu estado de turno:

Lo que ahora te pasa.
Lo que ahora puedes.
Lo que ahora te viene.
Lo que ahora es.

Y siente, registra.
Date cuenta.


Lo genuinamente nuevo

Leo en “El Hombre Nuevo” que en los Evangelios el sábado es el símbolo del “Bien”, es decir, de aquella condición interior o psicológica por la cual un ser humano ha adquirido la capacidad de ver lo bueno, decir lo bueno y accionar en función de lo bueno; pero, ¿qué es lo bueno?, ¿qué es el Bien?

Ésta es la Ley: “Un nuevo orden no surge del viejo; surge del vacío o el caos generado por el viejo”, que en combinación con otra Ley: “Como es arriba es abajo”, dan como resultado que para la creación de un nuevo sistema planetario sea necesario el estallido de una estrella. Con el material resultante, el tiempo y las leyes que ordenan la vida surgirá un nuevo sistema planetario. Así es también para la creación de algo genuinamente nuevo en nuestros asuntos.

El sábado es el día de descanso, el día del vacío. En teoría es el tiempo de parar, de reflexión, de introspección. El mismo objetivo tiene el domingo, palabra que viene de “domine” y significa “día del Señor” o día del Bien.

El cumplimiento del intervalo es el cumplimiento de la Ley que ordena la Creación, la vida, nuestra vida. En los intervalos, ya se trate de vacaciones, el período entre un trabajo y otro, una pareja y otra, etc., es el tiempo de “aquilatar” el Bien; pero, ¿qué es el Bien, ¿qué es lo bueno?

La escala musical de siete notas tiene dos intervalos, dos “descansos”, dos vacíos. La escala fue creada observando como funciona la ley que pone orden la vida.

Tenemos intervalos para todo: un día a la semana, las vacaciones anuales, los años sabáticos… todos los intervalos tienen el objetivo de limpiar lo viejo y crear energía para continuar.

En recuperación de adicciones el vacío se llama “abstinencia”: elegir no hacer lo viejo y ocupar ese espacio en aprender lo nuevo, lo no sabido hasta entonces, para que eso nuevo, con el tiempo y el reordenamiento que crean las fuerza del universo, traiga la posibilidad de actuar o realizar “eso” nuevo.

El Bien es el producto de un “sábado”, vacío o intervalo que se ha “llenado” con la práctica del conocimiento de un Bien Superior o “Gnosis”. El objetivo es pasar de lo automático a lo conciente, de ser “planeta” a ser “sol”. 


Misericordia

Como un fuerte magneto, veo en mí un poder que restringe mi andar. Lo veo en la impotencia cuando de hacer orden se trata: basura en los cajones, en la compu, en el placard; y digo “mañana”… “tal día”… y la cosa sigue desordenada.
Me afecta. Y me afecta especialmente el tema “cuerpo”. Tres o cuatro kilos de más… eternos… fastidiosos… parece que necesarios por lo insistentes y resistentes. Si lo miro desde otra óptica, son kilos “negociados”: el hipotético riesgo al ir creando mi vida, esta vida “independiente” que llevo desde hace quince años, fue y sigue siendo concretada mientras voy adquiriendo aquella confianza en la sincrónica Abundancia que va trayendo el testimonio asegurador del devenir. Es obvio que el miedo, aunque imaginario, puede hacer pagar su precio exigiendo envergadura, un “territorio” que ocupe más espacio. Y los años, y las hormonas, y la Ley que implica que un astro se agranda en su madurez antes de achicarse en su vejez… Todo ésto me ocurre. La verdad, parece que el universo ha querido que de nada natural me privara, no sea cosa que con eso me privara de algún aprendizaje.
Muy pronto estaré a dos años de los sesenta. Cada día es tánto y tán bueno: lo claro resplandece como el sol, que en este momento del año nace justo delante de mi ventana, y que hago de cuenta que me mira ni bien termina de asomar y luce su redondez de oro. Lo oscuro sigue siendo desafío de percatación y de aceptación. Me sirve recordar lo que me contaron fue lo último que dijo san Francisco antes de morir: “Señor, aquí estoy con mis miserias”. ¡Uau! ¡Él consideraba que tenía miserias!... ¡Qué estímulo para aceptar las mías! ¡Qué tema saber que así será mientras viva!: Luz y oscuridad, inseparables compañeras.
Me gusta el origen de la palabra “misericordia”: miseri-cordia = cordial con las miserias; y cordial viene de “corazón”. Poner el corazón… amar/comprender/aceptar mi oscuridad y así la de otros. Uau y mil veces uau… ¡Qué bendición cuando ocurre! Creo que a ésto muchas personas lo llaman “el descenso de la gracia”. Yo lo vivo como un ascenso… algo que sube, que emerge, y se hace consciente.

    

jueves, 4 de enero de 2018

BALANCE DEL AÑO SEGÚN MAMERTO MENAPACE (MONJE BENEDICTINO)

Mi percepción a medida que envejezco es que no hay años malos. Hay años de fuertes aprendizajes y otros que son como un recreo, pero malos no son. Creo firmemente que la forma en que se debería evaluar un año tendría más que ver con cuánto fuimos capaces de amar, de perdonar, de reír, de aprender cosas nuevas, de haber desafiado nuestros egos y nuestros apegos. 
Por eso, no debiéramos tenerle miedo al sufrimiento ni al tan temido fracaso, porque ambos son sólo instancias de aprendizaje. 
Nos cuesta mucho entender que la vida y el cómo vivirla depende de nosotros, el cómo enganchamos con las cosas que no queremos, depende sólo del cultivo de la voluntad (la voluntad es un atributo del Ser. La fuerza de voluntad es un atributo del ego. Creo que, por "voluntad", Mamerto se refiere al Ser: la calidad o nivel de la conciencia). Si no me gusta la vida que tengo, deberé desarrollar las estrategias para cambiarla, pero está en mi voluntad (mi Ser/mi modo de comprender-interpretar) el poder hacerlo. 
“Ser feliz es una decisión”, no nos olvidemos de eso. (nuevamente: ser feliz, como decisión posible de ser llevada a cabo, no depende de lo que "históricamente" nos pasó o nos pasa, sino del aspecto no-histórico o atemporal de nuestra psique: el tipo de conciencia o "cabeza" que interpreta-comprende) Entonces, con estos criterios me preguntaba qué tenía que hacer yo para poder construir un buen año porque todos estamos en el camino de aprender todos los días a ser mejores y de entender que a esta vida vinimos a tres cosas: -a aprender a amar -a dejar huella -a ser felices. (uau... sí... a estas 3 cosas venimos. Y lo de "aprender a amar"... requeteuau: porque así es: ama realmente/sin juegos de poder, el que aprende. Para el "amor bueno" hay una teoría y hay una práctica. Suele aparecer con otros nombres: LOS LÍMITES COMO ARTE, por ejemplo) 
Crear calidez dentro de nuestras casas, hogares, y para eso tiene que haber olor a comida, cojines aplastados y hasta manchados, cierto desorden que acuse que ahí hay vida. 
Nuestras casas independientes de los recursos se están volviendo demasiado perfectas que parece que nadie puede vivir adentro. 
Tratemos de crecer en lo espiritual, cualquiera sea la visión de ello. La trascendencia y el darle sentido a lo que hacemos tiene que ver con la inteligencia espiritual. Tratemos de dosificar la tecnología y demos paso a la conversación, a los juegos “antiguos”, a los encuentros familiares, a los encuentros con amigos, dentro de casa. Valoremos la intimidad, el calor y el amor dentro de nuestras familias. Si logramos trabajar en estos puntos y yo me comprometo a intentarlo, habremos decretado ser felices, lo cual no nos exime de los problemas, pero nos hace entender que la única diferencia entre alguien feliz o no, no tiene que ver con los problemas que tengamos sino que con la ACTITUD con la cual enfrentemos lo que nos toca...
Dicen que las alegrías, cuando se comparten, se agrandan. Y que en cambio, con las penas pasa al revés. Se achican. 
Tal vez lo que sucede, es que al compartir, lo que se dilata es el corazón.
Y un corazón dilatado esta mejor capacitado para gozar de las alegrías y mejor defendido para que las penas no nos lastimen por dentro". 

MAMERTO MENAPACE monje benedictino.
Lo que está en rojo son opiniones-experiencias mías: Elena B. Werba