Si consumir una sustancia, realizar una actividad o estar con una persona, deja de ser una elección para
convertirse en una necesidad imperiosa, es muy posible que la sustancia, la
actividad o la persona se haya convertido en “la droga”, o sea en una adicción.
Desde mi punto de vista, nada malo ha ocurrido: “Las adicciones son bendiciones
encubiertas” ya que pueden conformar contextos para adquirir el amor “bueno”;
pero si querés tener la seguridad de si se trata o no de una adicción, simplemente
suspende el suministro: si el vacío te produce una angustia
insoportable o un sinsentido abrumador, es una adicción. Muy bienvenida
la emoción negativa: es esclarecedora y aleccionadora y, a su vez, materia
prima valiosa: “plomo” para hacer “oro”.
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